domingo, 6 de febrero de 2011

#7

Cerró los ojos y con todas sus fuerzas volvió a imaginar.
Sentía en carne propia, toda la angustia de la ausencia; Todos sus sentidos distorsionaban, lo que en realidad estaba sintiendo. No aguantaba pensar, pero no podía dejar de hacerlo. Llegaba al punto de la explosión, lloraba, se calmaba, y volvía a la carga.
Ahora se ahondó en los recuerdos. Lugares, gestos cotidianos, palabras, sobre todo eso… Su voz haciendo eco, sus lágrimas ahora en las memorias, los abrazos fortuitos, su lazo con la vida, su protección.
Siguió concentrándose en eso, en nuestra manera de inmortalizar. Pero ahora en presente. Qué le diría al verlo, cuán poco duraría la conversación, cuánto amor implícito hay en la indiferencia…y ahora más lágrimas.
Y así mezclando sueños y memoria, cerró los ojos y con todas sus fuerzas volvió a imaginar. Aguantó la respiración, y empezó a recrearla, de pies a cabeza. Sus costumbres, su ropa, su tono de voz. Y seguía, ahora más profundo, hasta que veía luces en vez de oscuridad, hasta que los pulmones superaran su voluntad, ayudándose del instinto de supervivencia. Ahora lo retaba, ¿por qué jugar con la realidad? Por qué sacrificarse para conseguir en vida, lo que en los sueños es natural. El pecho parecía comprimirse proporcionando una sensación de ultimátum, le quedaban pocos segundos. Sentía que sus ojos iban a estallar, las luces iban y venían, pero ya podía sentir su calor, su mano aferrándose a la suya. Y ya no aguantaba más, ya no sentía su propio cuerpo, pero el de ella allí estaba. La bocanada llego y trajo consigo un alarido desesperado. Los ojos aún cerrados, permitían pasar por sus costados, la creciente de lágrimas. Se sentía extraño, no recordaba lo que había pasado. Se sentó, y en oscuridad absoluta se sintió en calma.
Abrió los ojos y ahora el corazón le latía con fuerza. Estaba allí sentada, mirándolo con una sonrisa y asintiendo con la cabeza, le tendió el brazo, y con cara de orgullo le dijo “Me trajiste de vuelta, ya nunca me iré de tu lado”…