Nausea convertida en océano, hoy terminan en
marea, los desechos de nuestro amor.
Extrañar es
un proceso al que la vejez atrae ineludiblemente, y aunque no seamos capaces de
rehacer el pasado, hacemos del futuro inmediato, una reconstrucción borrosa,
incompleta y turbulenta de lo que fue “realidad”. Pero no es para afligirse, hacemos
lo mismo con el presente.
Pero por qué
extrañar, anhelar lo que fue o no fue. Estamos enviciados con la distorsión. La
ambición se nos escapa de las manos, nos infla hasta escapársenos por las
orejas. Y para seguir con el tono, la contradicción, solo hace falta nombrarla.
Esas tres
palabras me llevan a pensar al amor. Y el amor trae a la ilusión, al poeta.
Canción de piel
Trae en su interior armonía
Dulce, rompe corazones
No la olvides, no la sufras
Porque quieras o no
Desafinada también es Ella
Y quién le
quiere encontrar algún sentido, el río de pensamientos desquiciados, tiene la
ventaja que no mira hacia atrás. Y cada gota, cada litro de nuestro caudal,
tiene un mito, el fin encriptado.
Solo hay
que seguir gritando, como si alguien fuera a contestar del otro lado.