martes, 15 de mayo de 2012

#18


La hoja caía, balanceándose, primero flotando y luego cayendo en punta. Él la observaba y sentía que miraba a un espejo. La lucha por no llegar al final de su camino, los arrebatos apresurando el destino. Se preguntaba si la hoja flotaba por instinto, por amor propio o miedo; Si sentía nostalgia por estar cayendo sola. Él también había sido parte de un gran árbol, lleno de vida y seguridad.
Luego la ciencia, siempre la ciencia. El otoño la habría apartado de su lugar, la gravedad ejecutado su sentencia. El aire la sostuvo lo que pudo, mientras su superficie se encontraba paralela al suelo. Hasta que un débil viento la inclinó levemente, haciéndola ir en picada.
Entonces comprendió: Su otoño era la rutina, la soledad su gravedad. Y había estado luchando, flotando con su esperanza, hasta que el débil soplo de la memoria, lo hizo ir en picada. Los recuerdos construían su realidad. Se dio cuenta que no quería más, solo chocar contra el piso; Solo apretar el gatillo.

miércoles, 2 de mayo de 2012

#17


Cómo sentirás la quietud, la amarga soledad, en la que la noche nos encuentra.
Y esperar la luz a ojo abierto, la esperanza, como quien no recuerda.
Corre el tiempo y nos deja enterrados, despistados.
Como sal que se diluye en agua, nuestras historias se esparcen en lo actual, lo nuevo, lo calculable.
Ahora “somos” nos une solo por compasión, por no variar una costumbre.
Somos lo que quedó después del incendio. Somos polvo aglutinado para darle forma a la incoherencia. Y nos juntamos para vernos los unos a los otros, comprender la gran hipocresía de la razón, de las relaciones, y reír, y llorar, y sufrir, y disfrutar…pero nada, nada con certeza.
Yo soy el mar. Llevo y traigo mi tristeza,
Vos sos el río. Y no tenés conciencia.
Pero eso es lo que te trae
Eso nos condena.
En la mezcla un poco de pasión
Hasta ser uno, perdiéndote.
E ir y venir
De orilla a orilla
En agónica armonía.
La espuma luego de la rompiente, tus sonrisas, flotan sobre mí, sobre ti…tan lejos como las estrellas.