Nombres propios, lugares,
historias o hazañas
sabemos por lo menos,
más historias de fantasmas
o inconscientes colectivos.
O creemos que sabemos
al pasar el ojo soso por alguna
palabra subyugada de algún libro
distinguiendo a duras penas
la verborrea de la certeza.
Y que frustrante resulta
saber que siempre voy a estar
un paso más atrás
del rastro que su deidad deja
caminando sobre letras al olvido.