lunes, 19 de marzo de 2012

#16


Cuelga de un peldaño la magia que hace de las frases una costumbre. Llora huérfano el hecho, por perder terreno con la rutina. La realidad se vuelve real, posible, al estructurarse la batalla de percepciones. Y en repetición, mezcla, copia, el ciclo se reanuda eternamente; La originalidad está de luto, la imaginación tratando de figurarse en el tiempo, el tiempo queriendo existir, más allá de la carne, más allá de la razón.
En época de máquinas, la locura se vuelve el aceite que lubrica la vida. Lo material se convierte en ley, la tendencia religión. El espíritu se aquieta, ya no es llama, ya no vibra; Ahora es hielo, sentenciado a fundirse, a huir por la rejilla de los vicios.
Y las voces aluden progreso, cuando todo se amontona, se simplifica hasta el error constante. Se omite. Se pregona lo inmediato, lo intrascendente, lo banal. El sentir se pasa por alto, se estudia el arte, amputando alas con la vanidad hecha tijera.
Contagiada del olvido, la felicidad se pierde en distracciones, en esperanzas fugaces, trampas del destino. Cuando a lo sobrio lo embebió la soledad, lo atacó el aborrecimiento, el hábito de no comprender absolutamente nada. De leer una y otra vez estas palabras, y ver formas huecas del saber, llegar al vómito, descomponerse de tristeza, no más.