Dice el aire que respire
y que olvide sin pensar
en cuánto hay para olvidar;
que la noche es enemiga,
sonámbula y criminal.
Habla y se despide susurrando,
a cada bocanada,
sabiéndose sabio y pasional,
aficionado de los martirios
y de la terquedad de continuar.
Pero hoy es pura verborragia
que no quiero escuchar;
me abrazo insomne al recuerdo,
estudiando los errores
y atando los cabos de esta enfermedad.