Cuánto duran estos
segundos
mientras te pienso,
insomne,
deseando haber sido
marinero y no capitán
del barco que hundimos
sin dudar.
Cuándo volverás a
flote
a fermentar en cada
plan,
cada proyecto
inmaculado,
que goza inmunidad
en el gobierno de mi
locura.
Qué manera habrá
de calmar al océano intelectual
para que nos deje de
golpear.
Ya hay
suficiente arena
e infinitos castillos
para armar.
Dónde finalmente,
(porque no quiero
preguntar más)
dónde estarás
durmiendo
mientras te pienso,
insomne,
ahogándome en instantes
eternos de soledad.