Ella baila sincera
indiferente al juicio ajeno
y ajena al tiempo, sonriendo.
Ella besa apasionada
a quien le ofrezca un dedo,
un milímetro de ternura.
Ella olvida de inmediato
cualquier caricia o halago
y da un paso al costado, vehemente.
Ella canta y grita a solas
que alguien la ha lastimado
en esta u otra vida.
Ella sufre por no encontrarse
y no imponerse a la soledad
pero nunca,
nunca deja de bailar.
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