Sentado en la vereda
de tierra roja y húmeda
veo en frente un doble
de espaldas a la calle
que sonríe y maltrata
a todo lo que pasa cerca
o eso quiero creer.
De espaldas imagino
cuánto voy a extrañar
el egoísmo y la irresponsabilidad
los juegos, los abuelos
todo lo que puedo preguntar
en una mañana como esta
sin un ayer.
Nos miramos y sabemos
que aquella calle
también de tierra roja y húmeda
no la cruza nadie.
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