Escucha un tango
desde la rama de siempre
mirando por la ventana
a un viejo un sillón y una manta;
si pensara pensaría
que no puede y no debe
la verdad del bandoneón
despegarse de la nostalgia.
Los días pasan la música sigue
pierde altura pierde plumas
y su árbol las hojas o las ramas,
en las cuatro estaciones porteñas;
si sintiera sentiría
que su amor se descascara
se esparce se hace polvo
porque ahora es ese tango.
Un otoño arranca sin sonido
y con las persianas bajas
el zorzal no come ni vuela
mira fijo y espera sin consuelo;
si cantara cantaría
que llora porque sabe
nunca más se verán a los ojos
como dice ese tango que canta
hasta el final.
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