miércoles, 22 de marzo de 2017

El tesoro de la rutina

Apago la alarma al tercer intento, quiero
y no quiero forzar un ronquido que me aleje
del día.
Corro una mañana a todas las mañanas y el
frío nuevo entra en mis zapatos como la
capa fina del rocío, que dejó la noche sobre
las veredas.
Busco una sonrisa en el colectivo, busco
una respuesta a la humedad, al abrigo
excesivo.
Los mismos chistes, las mismas camisas
la oficina toma vida y habla
estás creciendo, dice, estás
más gordo, y se calla y mira
ofendida.
Camino lento, el hambre crece, crece
como lo oscuro y denso de mis
calles lentas, de mis calles últimas
y pienso dónde se esconde el
rocío y dónde y qué
estarás haciendo.
Quiero y no quiero contar qué
pasó hasta llegar a las
preguntas que me desvelan:
¿hay tesoro en la rutina, hay
tesoro en alguna alarma que
no se pueda apagar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario