destruido
todo el material
llega el remolino
de sonidos:
el ego es un huevo de una goma incontenible insoslayable
y en el piso, rebota, un poco, rebota, un sabor sin estallido
está bien mirar
sin regodeo
lo que da el día
y contar:
me fui de casa a las tres de la mañana y alcance el ritmo y retomé
los viejos caminos entre luces de neón y puestos de diarios abren
mientras se vuelve presente lo que me pasa en el frío de la parada
un ruido en el pecho y un ruido de máquina que sopla y barre allá
la calle con el reflejo de los carteles luminosos sobre capa de agua
la limpieza
del cuerpo arrancado
y las ramas
que la tormenta dejó
y las mañas
de metáforas sin fin
el ego en la mitad
de su rebote
al AcabaR la visión*
está bien confesar:
estoy siempre enamorado de ella
aunque no sepa dónde sale el sol
*esto sobrevive al poema
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