La hoja caía, balanceándose, primero
flotando y luego cayendo en punta. Él la observaba y sentía que
miraba a un espejo. La lucha por no llegar al final de su camino, los
arrebatos apresurando el destino. Se preguntaba si la hoja flotaba
por instinto, por amor propio o miedo; Si sentía nostalgia por estar
cayendo sola. Él también había sido parte de un gran árbol, lleno
de vida y seguridad.
Luego la ciencia, siempre la ciencia.
El otoño la habría apartado de su lugar, la gravedad ejecutado su
sentencia. El aire la sostuvo lo que pudo, mientras su superficie se
encontraba paralela al suelo. Hasta que un débil viento la inclinó
levemente, haciéndola ir en picada.
Entonces comprendió: Su otoño era la
rutina, la soledad su gravedad. Y había estado luchando, flotando
con su esperanza, hasta que el débil soplo de la memoria, lo hizo ir
en picada. Los recuerdos construían su realidad. Se dio cuenta que
no quería más, solo chocar contra el piso; Solo apretar el gatillo.
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