Se forjó con nuestra indiferencia,
nuestras ilustres fantasías
y sus posteriores caídas,
con el coqueteo del amor
la posibilidad del encanto,
enmascarada utopía.
En su desenlace,
el monstruo que hemos creado
tuvo sus últimos retoques
a manos de los vicios,
yugos de la rutina,
la hipocresía
y la religión de la razón...
Marto:
ResponderEliminarTu verbo se está afilando cada día. Seguro podrás cortar el aire que respiramos y separar lo sólido descartable de lo evanescente, verdaderamente útil.
Abrazos de Juan Disante