lunes, 8 de abril de 2013

Tres cuatro cinco y seis

Orilla de buenas intenciones
dando entrada a mares,
de infinita turbación.

Nada ahora el fuero
desnudo y sin dirección
respirando de tanto en tanto
por instinto de perduración.

Luego la ley que rige sobre el tiempo,
la espina gruesa y mortal,
hunde al fondo los resabios,
ahoga al vicio mismo,
hasta purgar toda contradicción.

Entonces con el perdón
llega un día el fin
y el polvo diluido se aglutina
generando un cuerpo,
un bote de recuerdos,
a prueba de inmersión.

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