miércoles, 13 de agosto de 2014

Una tarde cualquiera

Veo un cable por la ventana
esa línea que vibra
abriéndose camino por los árboles.
Todo artificial.

Escucho madres y sus chicos
parejas riéndose
batucada de zapatos.
Mi teléfono no suena.

Pienso en cómo coqueteé
con una soledad ficticia
haciéndome rogar.
Ahora nadie me conoce.

Doy un abrazo al aire
guardo lágrimas en el placard
acaricio las paredes de esta cueva.
Creo en eso, nada más.

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