sábado, 15 de julio de 2017

Niebla

Cae la niebla de una mañana cualquiera, cae frío
caen y tocan el suelo húmedo y empiezan a crear
un pozo en el asfalto y en la vereda ondulada, ya
partida, de la puerta de tu casa y en la nuca que
está arriba de mi espalda y abajo de mi capocha
cae el frío que mandás desde tu noveno piso A
a nueve coma ocho metros sobre mis canas que
todavía no salieron y me resultan una escupida
grande, pero más fuerte y rápido cayó tu poema
más rápido y fuerte porque no sé bien cómo
decir que me dejó tirado en la cama una semana
y una semana con un yunque en la mochila
y una semana con la niebla que me seguía
y otra con la nariz a la altura de los huevos
y una mañana cualquiera tomé café podrido
y me vengué de vos y de la niebla y del frío y
empecé a caminar sin ropa por la vereda rota
de la puerta de tu casa y le dije a tu vecina 
del tercer piso D que te gusta la tostada quemada
y me dijo que ya le parecía que algo raro tenías
pero que no le parecía razón suficiente para
mostrar los huevos a esa hora de la mañana y
le di la razón un poco enojado, un poco sin
haberme vengado y un poco sin saber quien sos
me fui corriendo y desaparecí en la nuca que
está arriba de mi espalda y abajo de mi capocha.

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